Huelva (EFE).- Las intensas lluvias caídas en los últimos meses están posibilitando que Doñana se desarrolle esta primavera en todo su esplendor, dejando estampas que casi estaban olvidadas y que evidencian el por qué este espacio natural es Patrimonio de la Humanidad.
Aunque no son pocos los que temen que esto no sea más que un espejismo si no se actúa frente a los problemas estructurales que tiene el espacio, lo cierto es que ahora es un placer para los sentidos recorrerlo tanto desde el suelo como a vista de pájaro.
Zonas como la marisma que se abre paso a los pies de la ermita de El Rocío, en Almonte (Huelva), el arroyo de la Rocina o senderos como el del Palacio Acebrón son sólo algunos ejemplos de esa explosión de vida que la lluvia ha traído a Doñana, reactivando su sistema hídrico y anticipando, según se indica desde el propio Espacio Natural de Doñana (END) y la Junta de Andalucía, una primavera favorable para la biodiversidad.

Marismas de Doñana junto al poblado de El Rocío (Almonte) Huelva. EFE/José Manuel Vidal