La jefa de área de Salud Mental de Fundación Hospitalarias Málaga, Eva Castells (i), y la directora del Proyecto Jacaranda, Marisa Cotolí. EFE/Eva Ruiz

‘Proyecto Jacaranda’: acoger en una casa la salud mental ante la violencia machista

Eva Ruiz Verde I Sevilla, (EFE).- La jacaranda, el árbol que tiñe de violeta estas semanas las calles de Sevilla y que fue importado desde Latinoamérica por su capacidad para resistir las altas temperaturas, da nombre al proyecto que aúna la atención, por primera vez en una casa de acogida, a mujeres con un «doble estigma»: ser víctimas de violencia machista y tener problemas de salud mental.

«Resurgir desde la adversidad, ese es el mensaje», explica a EFE Marisa Cotolí, directora de Proyecto Jacaranda, que se presenta en la capital de Andalucía al hilo del estreno -vinculado a la Fundación Hospitalarias- de la película «Votemos», en la que una comunidad de vecinos se pronuncia sobre si acoger la llegada de una persona con trastornos mentales.

La finalidad de esta iniciativa, que se espera que entre en funcionamiento después del verano, contiene «la protección de la mujer, su recuperación, su empoderamiento y vivir la vida por ellas mismas, que no les vivan la vida», según explica Cotolí.

«Ser protagonistas de su propia vida», incide, algo que es posible facilitando que puedan comenzar a vivir en un espacio que «no está institucionalizado» y en el que «no se potencia el asistencialismo, sino el acompañamiento, para que ellas mismas puedan hacer ese trabajo personal y avanzar hacia la autonomía que da su inserción laboral y su inclusión social».

Comienzan en Sevilla pero el planteamiento es poder abrir otras casas de acogida en más ciudades, un formato en el que la atención es «totalmente distinta» a la que se puede prestar en un centro hospitalario, lo que provoca que «la aceptación de las mujeres sea también distinta y su recuperación indudablemente mejor».

Un entorno «de vida»

En esto coincide Eva Castells, jefa de área de Salud Mental de Fundación Hospitalarias Málaga, que rubrica que la experiencia que se realiza a día de hoy en un hospital «no es mala, pero no es el sitio donde se debe acoger este tipo de contexto de vulnerabilidad».

«Hay que dar un entorno de acogida, de reinserción, de vida, donde sientan que tienen seguridad para desarrollar un futuro, y esto es más en una casa de acogida que en un hospital», explica Castells.

Precisa que el trabajo con estas mujeres se aborda tanto desde la perspectiva de su enfermedad como de ser víctima de violencia machista, pero que lo más importante en ambos casos es que «ellas sientan que no se las está apartando más, se las está integrando en una zona donde van a poder estabilizar su vida».

Se trata de una situación «bidireccional», indica la experta en salud mental, ya que la violencia machista conlleva «indudablemente» un problema de salud mental en muchos casos y, a su vez, las mujeres con problemas de salid mental «son más vulnerables de por sí» ante la violencia y todo lo que conlleva.

«A las víctimas con algún problema mental les cuesta más pedir ayuda», relata Castells. «Si tengo un problema de bipolaridad no me van a creer, qué fiabilidad tengo», asegura que se plantean.

Trastornos diversos

No existe un porcentaje sobre cuántas víctimas sufren trastornos mentales, pero sí ocurre que en algunas casas de acogida para ellas el sufrir una enfermedad de este tipo es «un criterio de exclusión», lo contrario a lo que Proyecto Jacaranda quiere llevar a cabo.

Castells explica que esto ocurre porque esos centros «no tienen por detrás un servicio de psiquiatría o psicología que pueda atender en una situación de crisis o hacer un buen seguimiento», por lo que han considerado que es hora de «dar un paso más» y juntar en un mismo lugar las dos posibilidades «con una mirada más intensa».

Entre las disfunciones más habituales de estas mujeres se encuentran el estrés postraumático y trastornos depresivos, junto a ansiedad, fobias, abusos de sustancias como el alcohol, aislamiento, pacientes con esquizofrenia o con brotes psicóticos.

Las responsables del proyecto alertan sobre que «la desigualdad sigue siendo una realidad» y que las cifras de casos de violencia machista siguen creciendo. «Cada vez son más las mujeres que la padecen y o bien mueren a manos de sus parejas o exparejas o bien están en un hospital», lamentan. EFE